CARTAPACIO | INDULGENCIA PARA FURFUÑOLAS
Por: Lic. Raúl Ruiz
Periodista y Analista Político
– Deme otra oportunidad, Capitán.
Le rogó el Sargento Furfuñolas al Capitán Centinela, cuando regresó de su cómodo retiro vacacional.
Le había dejado el encargo de controlar la ola de homicidios dolosos en Ciudad Caótica.
– Que no rebasen los 100 en el mes de junio. Le repitió varias veces.
Y a unas horas de concluir el mes, la cifra llegó a 103.
Nomamespancho.
Ahora resulta que la culpa es de Furfuñolas.
– ¿Pides clemencia, Furfuñolas?, te la pasaste de pedo en mi ausencia. Te confiaste en que los ejercicios militares binacionales entre México y Estados Unidos, podrían disuadir a los malandros y retrasarles su agenda violenta.
– Pero es que esos cabrones no tienen rienda, Capitán.
– Eso debiste advertir. ¿No que estabas tomando clases de prospectiva con un cachetón, quezque muy chingón?
– Perdí la última clase, estaba muy ocupado.
– ¿Y luego para que te sirve el equipo de cámaras callejeras que tenemos en los carritos sanwicheros?
– Usted sabe que son de adorno, jefe.
– Mira cabrón, te habría pasado todo. Incluso que hubiesen llegado a 110. Pero hubo una muerte de alto impacto que nos pone en evidencia como inútiles.
– ¿Cuál fue?
– La ejecución del abogado, Alfonso Miramontes Caro.
– Podemos decir que el abogado estaba metido en el ajo y que fue un ajuste de cuentas. Siempre nos funciona.
– Y añadir que los sicarios desaparecieron por ‘el rumbo desconocido’. ¿Verdad?
– ¡A webo, mi general!, digo, Capitán.
– Si serás pendejo. Esas justificaciones ya nadie nos las cree.
¡Estás despedido!
– Pero jefe. ¿Qué va a hacer usted sin mí? ¿A quién le va a echar la culpa más adelante? Necesitaría capacitar a otro idiota que agache la cabeza por usted.
– En eso tienes razón. Estás castigado por dos semanas. Sin goce de sueldo.
– Es mucho. En dos semanas se le va a venir el caos encima. Que sea una semana.
– De acuerdo. Una semana castigado.
– Con goce de sueldo. Pero sin bono.
– Está bien. ¡Pero ya lárgate!
Mientras tomaba los desastrosos controles de su agencia, el Capitán Centinela recibe una llamada de Palacio.
– ¡Te dije que no te fueras a vacacionar, inútil! El caso de Miramontes me trae frita. Ya salí con la clásica justificación de que estamos investigando y que no descansaremos hasta dar con los responsables, caiga quien caiga.
– Entiendo, gobernadora. Precisamente estamos en una junta para definir qué podemos decirle a los medios.
Por lo pronto todos estamos de acuerdo en mandar un distractor, diciendo que César Muñoz no hace bien su jale como secretario de seguridad pública municipal.
– No se te vaya a ocurrir decir que el abogado estaba metido en el ajo y que fue un ajuste de cuentas.
– No jefa.
– Sólo fíltralo.