CARTAPACIO | MÁS ORGANIZADOS, PERO…

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Por: Lic. Raúl Ruiz

Periodista y Analista Politico

Perdieron en las urnas, y perdieron también en el intento de detener la fuerza de la mayoría calificada.

Se impuso el empuje del plan C, con el poder de su bancada, y los trucos de persuasión y negociación para conseguir la aprobación de la Reforma Judicial.

El triunfo o la derrota de los morenistas marcaba  el emblema del poder de la 4T, o el retorno al status quo de la era del neo liberalismo, tan discutido y combatido por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ahora sí, podrá irse tranquilo y sonriente a «La Chingada», a descansar.

A escribir sus memorias.

Una pelea muy pareja en la que arrolló el equipo morenista a sus opositores con el aplastante 86-41 en las votaciones en el Senado mexicano.

EL TESTUDO COMO TÁCTICA DEFENSIVA.

La formación tortuga, conocida como TESTUDO en latín, era una táctica defensiva utilizada por las legiones romanas para protegerse de los proyectiles enemigos durante los asedios y combates.

En esta formación, los soldados se agrupaban de manera compacta, alineando sus escudos de tal forma que los de las filas exteriores se mantenían en posición vertical para proteger los flancos, mientras que los soldados del interior levantaban sus escudos sobre sus cabezas, creando un techo protector.

Esta disposición formaba una especie de caparazón que ofrecía una defensa efectiva contra flechas, lanzas y otros proyectiles.

La testudo no sólo era una demostración de la disciplina y coordinación del ejército romano, sino que también permitía a los soldados avanzar de manera segura bajo fuego enemigo.

Esta formación era especialmente útil durante los asedios, cuando los romanos necesitaban acercarse a las murallas enemigas sin sufrir grandes bajas.

La primera mención de esta táctica se remonta al siglo II a.C., y su uso continuó siendo un símbolo de la destreza militar romana a lo largo de los siglos.

La Reforma Judicial, se peleó contra una increíble fuerza destructiva que fue construyéndose durante todo el sexenio obradorista.

Su fallido intento GOLPE BLANDO, les dejó interesantes pertrechos que fueron articulados, aumentados y combinados para dar la pelea contra la Reforma judicial, planteada por López Obrador.

Pero perdieron la batalla.

Desmenucemos la fuerza opositora.

Los proyectiles contra la Formación Tortuga.

Desde luego que la enorme mayoría en el Congreso era arrolladora, sin embargo, una pequeña fisura técnica les dio un destello de esperanza a los oponentes.

Le faltaba un voto a la bancada morenista para aplastar el intento por demoler la estructura del segundo piso, ofrecido por la presidente electa, Claudia Sheimbaum Pardo.

Para evitar lo inevitable, usaron el terror.

La amenaza de un cataclismo nacional. El derrumbe de nuestra economía, la inminente destrucción de la nata social, a causa de la violencia.

Usaron al ala ultra derechista norteamericana, presionaron con la dictaminación sesgada de las calificadoras internacionales.

Usaron como avanzada al embajador Ken Salazar, y lo sacrificaron enviándolo como mensajero a domicilio con un paquete lleno de petardos.

El amago que daría sustento al discurso contra la intención de Reforma Judicial.

Se compró la pluma sesgada, del influyente poder de los medios internacionales.

Insistieron en invertir sus millones de dólares en la debilitada y casi nula influencia de los tradicionales medios mexicanos y sus columnistas, comentaristas, influencers y demás fauna mediática de la comunicación y telarañas cibernéticas.

Articularon un discurso estremecedor, y lo esparcieron a través de la mismísima cabeza de la Suprema Corte, y corifeos improvisados entre las inocuas voces de grupos en paro laboral y protesta permanente a las afueras de los edificios del poder judicial federal.

Echando toda la carne al asador, realizaron una micro marea rosa en la ciudad de México, con una millonaria inversión en logística, que sólo fue reproducida como nota en los medios comprometidos con ellos mismos.

Armaron un equipo de antagonistas, disfrazados de «pueblo», dotados de pancartas, banderolas, megáfono, tambores y estridencias, a las afueras del recinto del Senado.

Sincronizadamente, se reproducía la protesta en el interior del país.

Los pronósticos no eran halagüeños a la mitad del debate.

El voto que le faltaba a Morena, ¡Se había conseguido!

De algún modo se había convencido al senador Miguel Ángel Yunes de ser el elemento 86 que determinaría la derrota de la rabiosa oposición.

Se habla de un obligado convencimiento, de una onerosa compra de su voluntad, de un par de jugosas promesas políticas para él y su señor padre, por cierto suplente de su escaño.

Haiga sido como haiga sido, con su voto, se definió la situación y se apagó el efímero destello de esperanza.

De nada sirvió el último embate opositor con la violenta irrupción de porros con disfraz de ofendidos que gritaban… «¡Escuchen a su pueblo!, ¡escuchen a su pueblo!»

Serían pasaditas las tres de la mañana cuando cayó la votación encima de los contrincantes de azul y tricolores.

Se yergue el parteaguas que definirá el futuro de la democracia en México.

Mientras tanto, la perrada celebra con la Roqueseñal, símbolo grosero que persiste a lo largo del tiempo.

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