CARTAPACIO | EL ASUETO DEL CAPITÁN CENTINELA

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Por: Lic. Raúl Ruiz

Periodista y Analista Político

– Jefa, ¿Me puedo tomar unos días de reposo? Pidió el Capitán Centinela a su gobernadora.

– Que no pase de una semana, Capitán. El crimen no descansa, y no quiero que los números nos quiten imagen frente a nuestro pueblo. Ya te fuiste unos días a Europa. ¡No llenas, cabrón! ¿O te piensas ir con Bonilla? Él se va por tres semanas, total nada se pierde.

– La plaza está bajo control, jefa. Ciudad Caótica, volvió a su dinámica pre electoral, por el momento sólo se contabilizan 90 homicidios. De los cuales 10 son mujeres; lo lamentable es que de las diez mujeres, tres son niñas.  De 4, 9 y 12 años.

– Esperemos que los especuleros profesionales no estén atentos a este dato, si no, van a estar jodiendo.

– Por otro lado, jefa, estamos cubiertos con la visita de los gringos. Los malandros también tomarán vacaciones, no se van a arriesgar a salir a hacer sus travesuras.

– Que eso te valga, Cabroncito. Son doscientos veinte elementos del ejército de los Estados Unidos, estarán haciendo prácticas para controlar emergencias de auxilio en desastres.

– «Fuerzas amigas», jefa. Además 4 aeronaves perronas que peinarán la ciudad.

– Ojalá se contengan los malandros mientras regresas, huevonzín.

– No pasa nada. No pasa nada.

El calor subió de intensidad en Ciudad Caótica. La amenaza de lluvia se cumplió, y cayó tremendo aguacero.

La junta municipal de agua y saneamiento, siguió con su tarea sistemática de hacer zanjas y dejarlas abiertas.

Los apagones a la orden del día.

El alcalde, ocupadísimo, tratando de acomodar el proyecto para el 27, toreando los últimos proyectiles en su contra, por sus pertinaces detractores.

El Capitán Centinela, salió del despacho conocido como el Salón Rojo y llegó a su oficina.

– ¡Sargento Furfuñolas!, venga para acá.

– A la orden, mi Capitán.

– Voy a salir varios días y le voy a encargar el changarro.

– Con gusto, Capitán. Estoy acostumbrado.

– ¿Qué dijo?

– Que ya mandamos todos los pendientes al juzgado.

– Está bien, Furfuñolas, La única encomienda que le dejo, es que no aumenten los homicidios hasta mi regreso. Le dejo el marcador en 90 muertitos, si pasa de 100, vaya buscando otro empleo.

El Capitán Centinela antes de salir de la oficina volvió a limpiar su calzado con una toallita humedecida con aceite.

Particularidad propia de su trastorno obsesivo compulsivo.

No le gusta ensuciarse los zapatos, ¡ni las manos!, pero de esa otra compulsión, platicaremos en otro momento.

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